El estrés es la respuesta fisiológica y mental caracterizada por una activación generalizada del organismo para afrontar situaciones del entorno que para el/la paciente pueden generar tensión.
Sabemos que el estrés no es una situación negativa en sí misma, más bien nos ayuda tanto a despertarnos por la mañana como a afrontar el día a día. Es adaptativo. Pero, si esta respuesta se vuelve muy intensa o se mantiene activa durante demasiado tiempo, puede ser nocivo para la salud del paciente.
Una respuesta masiva de estrés afecta principalmente a las capacidades psicológicas del paciente, ocasionando síntomas de ansiedad, irritabilidad, conductas adictivas, estado de ánimo bajo mínimos, insomnio, trastornos alimenticios...
Si la fuente de estos síntomas no se trata, el estrés puede comenzar a afectar a los sistemas fisiológicos del paciente y dañando el sistema digestivo, coronario, endocrino o inmunológico, por ejemplo.
Para evitar que esta dolencia se cronifique entran en escena la psicología y la psiquiatría. Los y las psicólogas trabajamos para amortiguar las consecuencias del estrés y procurar que esta situación no se prolongue en el tiempo sin la debida atención; buscamos ofrecer las herramientas necesarias para que el paciente mejore su calidad de vida.
Lo primordial hoy en día es trabajar sobre el manejo del estrés y proveer a los y las pacientes de recursos que les permitan manejar los síntomas de esta dolencia. Esta la mejor medida de prevención de sufrir las consecuencias más graves del estrés prolongado.