En verano, cuando el calor aprieta y la gente disfruta de más tiempo libre, son muchas las parejas que se rompen. Esto suele ocurrir porque durante el invierno hay menos cercanía entre la pareja, pero al pasar más tiempo juntos en las vacaciones estivales, los problemas que se han dejado pasar sin abordarlos directamente, acaban estallando.
De hecho, de las muchas situaciones problemáticas que se pueden dar en pareja, cabe destacar dos; por una parte, las parejas que ya arrastran problemas, y que a medida que avanzan las vacaciones discuten más, por lo que cuando el verano llega a su fin suelen romper. Por otra, cuando sólo un miembro de la pareja se plantea abandonar la relación y ha mentido durante el resto del año a su compañero/a sobre su situación, siente una especie de agobio que hace que justo antes de llegar las vacaciones rompa el compromiso para disfrutar del verano sin tener que afrontar conversaciones complicadas.
Otro de los motivos por los que se suelen producir más rupturas en esta época del año es por las expectativas, en ocasiones desmesuradas o inalcanzables, que ponen en las vacaciones algunas parejas. Ya sea por lo que ven en las redes sociales o por lo que han idealizado, si luego la realidad no llega a sus perspectivas deciden poner punto final, en lugar de hablar de la situación. Por no mencionar de que en verano, las personas suelen rodearse de familia: cuñados, primos, suegros… cosa que puede propiciar conflictos añadidos en la pareja.
En general, las causas de una crisis de pareja que termina en ruptura en verano, tiene que ver con la falta de costumbre de estar el uno con el otro. Pero se puede sobrevivir a las vacaciones, si ponemos soluciones a las desavenencias de pareja y valoramos las diferencias no como incompatibilidades sino como parte de la diversidad humana.
Durante la rutina frenética del año, algunas parejas acaban convirtiéndose en desconocidos que conviven. Llevan vidas muy distintas pero funcionan con sus obligaciones y pocos momentos de encuentro. Por esta razón, es muy relevante dedicar algo de tiempo al placer común y que esa brecha no se produzca.
En vacaciones se espera el reencuentro de la pareja, pero cuando hay desinterés por parte de una persona o de las dos, es probable que esa indiferencia afecte y que ambas partes piensen que ya no se interesan. Por ello, ya que el tiempo libre lo permite, es recomendable salir de la rutina e intentar ponerse en nuevas situaciones que nos dejen redescubrir a nuestra pareja con facetas sorprendentes.
En verano, al haber más convivencia, pueden producirse más discusiones en la pareja debido a la disparidad de opiniones. Pero lo importante es saber que no pensar igual no es necesariamente algo negativo y se puede aprender a discutir expresando nuestro punto de vista de forma asertiva, aprender a escuchar al otro y llegar a acuerdos.
Algunas parejas rompen en verano porque pasan más tiempo juntos y, finalmente, se dan cuenta de que ya no se quieren, es decir, que la pareja ya estaba rota de antes. En esta situación, lo mejor que se puede hacer es ser sincero y dejar marchar al otro.
Elegir un destino en común que guste a ambas partes. A pesar de que los gustos no coincidan, siempre hay alternativas que pueden satisfacer a cada miembro de la pareja. Hablar de lo que os gustaría hacer, visitar, o qué actividades queréis practicar, os ayudará a llevar mejor las decisiones a tomar durante los días de vacaciones.
La comunicación fluida entre dos personas es imprescindible para que una relación avance. A veces no es tanto el qué sino el cómo, por ello, es necesario intentar expresar en todo momento lo que cada uno quiere, cómo se siente y escuchar de forma activa. Con asertividad, es más fácil llegar a un término medio que satisfaga a las dos partes.
No todo puede ser perfecto ni como nosotros/as queramos. La flexibilidad es un valor muy necesario en la pareja, que ayuda a comprender mejor a la otra parte.
La repartición de las tareas evita discusiones y malos entendidos, especialmente en esta época del año en la que todo el mundo necesita disfrutar y descansar. Distribuir tanto la preparación del viaje (reservas, maletas, programación) como las actividades y tareas durante la convivencia (comidas, limpieza, ocio…) permitirá reforzar la complicidad entre la pareja y evitar situaciones de estrés.
El tiempo de relax es idóneo para recuperar esa conexión con la pareja; charlas cercanas, mimos, deseo sexual…
Cuando una relación de pareja acaba lo sentimos como un proceso de duelo, de la misma manera que pasa con otras situaciones que también suponen una pérdida. Podemos experimentar todo tipo de emociones y fases: negación, ira, tristeza… y, finalmente, aceptación. Es conveniente afrontar este duelo con estrategias óptimas que nos ayuden a superar esta etapa y nos permitan iniciar una nueva fase desde el bienestar emocional.
Aprender a estar con nosotros/as mismos/as, disfrutar de nuestro tiempo, pensar en nuevos proyectos, valorar y cuidar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente.
En cualquier caso, si notáis que en estos días afloran algunos de los anteriores problemas, os recomendamos que lo cojáis a tiempo, y recurráis a nosotros/as como especialistas en terapias de pareja, si necesitáis nuestra ayuda.
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