Para poder educar al adolescente, cuídate
A cuántos os ha pasado el llegar a casa cansadísimos de un día de trabajo, reuniones, papeleos, este compañero que no sé qué, la otra que no sé cual, el atasco, el transporte que llega tarde… Abrir la puerta y tener que lidiar con “¿has hecho los deberes?”, “¿pero a qué esperas para…?”, “¡quieres dejar el móvil y hacerme caso!”, “¿pero qué pasa que nadie es capaz de recoger la ropa del tendedero?”, “me ha llegado este aviso del colegio, me quieres explicar…”, “¡¿pero que has suspendido?!”, “¿me quieres decir qué has estado haciendo toda la tarde?”. Pon tú mismo/a más ejemplos.

Convivir con una persona adolescente no es fácil, al fin y al cabo se encuentran en una etapa llena de cambios, dudas, inseguridades, reivindicaciones, mal humor, pocas o muchas ganas de hablar, necesidad de ser tomado en cuenta, necesidad de explorar sus límites (y los tuyos)… Y si a eso le añadimos nuestra vorágine diaria de quehaceres, compromisos y obligaciones el hogar de una familia con adolescentes se puede convertir en una batalla. Donde hay gritos, malas contestaciones, tensión y una idea que sobrevuela la cabeza ¿qué he hecho yo para merecer esto?.
¿Es posible que estas situaciones se dejen de dar? La respuesta es que pueden minimizarse, que dejen de ser el habitual de la convivencia. Hay que tener en cuenta que ni todos los días son iguales, ni se tiene la misma paciencia. Y está bien. No hay que torturarse. Somos humanos y humanas. Pero la idea es empezar a tomar conciencia de que yo como madre/padre tengo una parte de responsabilidad en que se den este tipo de situaciones. A continuación, aportamos una serie de recomendaciones que te harán más sencilla la convivencia con tu adolescente:
- Autocuidado
La primera y el pilar para las siguientes recomendaciones.
El autocuidado consiste en las acciones y el tiempo que empleas en beneficio de tu propio bienestar personal. Una persona no puede atender a otra si no atiende sus propias emociones primero. Si no es capaz de identificarlas y gestionarlas, para no lanzarlas al primero que pasa.
Por ejemplo, si has tenido un mal día en el trabajo, estás muy cansado/a… no es el momento de abordar una conversación sobre ese email que te ha mandado el profesor/a informándote de un mal comportamiento de tu adolescente.
- Tiempo fuera
Esta estrategia es muy útil si sabes detectar cuándo estás comenzando a enfadarte y/o frustrarte. Tiene como objetivo aplazar la conversación que estáis teniendo en ese momento, ya que te estás dando cuenta de que la emoción que sientes es muy intensa y no te permite razonar sobre el tema en cuestión.
Sería algo así, “Mira hijo/a en este momento estoy muy enfadado/a y no estoy en condiciones de seguir hablando sobre esto. Lo dejamos para dentro de un par de horas y te vuelvo a buscar para que volvamos a hablar”.
- Priorizar batallas
Todo no puede ser motivo de conversación y límites. Todo no puede ser “no”, “esto mal y esto también mal”. Los límites son una labor de prevención donde informamos a los demás hasta dónde pueden llegar con su comportamiento.
Si le damos la misma importancia a que no me falte al respeto y a que recoja la habitación, esas normas pierden efectividad, porque no todo puede estar en el mismo nivel de prioridad. No se puede dedicar la misma energía a todo.
- No es personal, es cerebral
Recogiendo las palabras de la educadora social Sara Desirée Ruiz, “el comportamiento del adolescente no es personal, es cerebral”. Ya que la zona prefrontal del cerebro encargada del autocontrol aún está en construcción. Por eso es importante no personalizar, cuando hace lo que hace no es con intención de llevarte la contraria porque sí, todo comportamiento tiene una necesidad detrás. Tu labor consiste en averiguar cuál es.
Por ejemplo, que llegue tarde a casa cuando ha estado con los amigos/as no significa que te esté retando y quiera verte mosqueado/a, detrás de ese comportamiento puede haber una necesidad de pertenencia al grupo y de no ser quien siempre se va el primero/a.
- Pedir ayuda
Otro punto importante es saber cuándo la situación te está sobrepasando y es momento de solicitar ayuda. No todas las etapas vitales se afrontan con la misma energía ni se tienen los mismos recursos, hay veces que es necesario acudir donde una profesional que te acompañe en que tu adolescente y tú podáis transitar esta etapa sacándole el mayor partido posible.

Como has podido leer, para poder acompañar a tu adolescente en este momento tan importante de su etapa vital es fundamental entenderle y conectar con él. Actualmente, la forma de educar a nuestros adolescentes está cambiando. Ya no se estila eso de “dar con la zapatilla” u “hoy no sales porque lo digo yo y punto”. Para una información más detallada y pequeñas pautas para empezar a cambiar tu forma de educar te invitamos a que leas nuestro artículo sobre la adolescencia.
La forma de sentir no ha cambiado, la forma de educar sí.
Adriana Daza Pretel
Referencias consultadas:
Roviola, C. (2021). Taller de comunicación con personas adolescentes.
Ruiz, S. (2022). ¿De qué depende la adolescencia?