Hace no mucho tiempo se empezó a poner de moda el término “tóxico” para referirse a relaciones dañinas o personas complicadas. Nos gustaría tomar prestado el término para hablar de la mala relación que algunas personas tienen con la comida, una relación de amor-odio dañina para su bienestar, su salud, su autoestima e incluso sus relaciones sociales. La comida se convierte en objeto de deseo prohibido, tentación a la que no poder resistirse, compañera que consuela o entretiene, y causante de culpa y malestar.
Y es que confundimos hambre y apetito. El hambre surge como necesidad básica de todo organismo para vivir y produce placer. Es pues el disfrutar con ella la emoción básica y saludable, como es de placentero el sexo para reproducir. Sentir culpa por comer es anti natura y restringir la comida por debajo de lo necesario es poner al cuerpo en estado de estrés, de sufrimiento.
El apetito por contra no responde a esta necesidad. Surge ante estímulos visuales (alimento apetitoso), olfativos (olor a pan), auditivos (crujir de una patata), gustativos (probar algo) y táctil (texturas). Aparece como sustituto o respuesta emocional (tristeza, aburrimiento, ansiedad, alegría) tratando de aliviar o acompañar.
En una mala relación con la comida, satisfacemos poco el hambre con desayunos, almuerzos y cenas restringidas de nutrientes, poco creativos y apetitosos. Y surge el apetito con más fuerza ante estímulos muy dulces o salados imposibles de controlar. Con su consiguiente culpa y restricción en la comida formal siguiente.
Una dieta saludable parte de aprender a dar respuesta al hambre con alimentos sanos, apetitosos, con los que poder disfrutar 3 veces al día, cada día. Hay que ser creativo, caprichoso, gourmet.
El apetito tal como viene, se va; es fácil no sucumbir a la tentación si estoy satisfecha, ya que pasa rápido. No obstante, ningún alimento engorda si se toma con moderación, eligiendo uno cuando, cuanto… con mesura. Se puede aprender a mirar a otro lado ante estos estímulos y a cubrir necesidades emocionales de forma adaptativa: ante la tristeza un amigo, un libro… ante el aburrimiento una actividad, ante la ansiedad relajación… etc.
Elige disfrutar comiendo alimentos sanos y nutritivos cada día, permítete algún capricho cuando te parezca bien. Disfruta de comer, elige bien cuándo, qué, cómo y dónde sin culpa, ya que el amor – odio a la comida es una relación tóxica que te va a hacer mucho daño.