El término estrés se puede utilizar tanto para denominar una situación extraordinaria, como para referirnos a la experiencia interna de respuesta ante esta. Respuesta caracterizada por una activación global del organismo para afrontar demandas excepcionales del entorno.
Preferimos llamar a la situación estresor y a la respuesta estrés.
El estrés no es negativo en sí mismo, ya que es adaptativo y responde a la necesidad de recursos de afrontamiento. Pero si esta respuesta de activación global es muy intensa o se mantiene durante un tiempo prolongado, puede llegar a ser nociva para la salud.
Entre las manifestaciones de una respuesta de estrés nociva, destacan en un primer momento las psicológicas, como pueden ser la irritabilidad, bajo estado de ánimo, ansiedad, conductas adictivas, insomnio, sobreingesta de alimentos…
Si la respuesta de estrés continúa, es posible que comience a afectar sistemas fisiológicos como son el sistema inmunológico, digestivo, coronario, endocrino…
La psicología tiene mucho que hacer para amortiguar la respuesta de estrés, ya que es la percepción de la persona la que determina la valoración del estresor, su gravedad, su impacto y las posibles soluciones y alternativas a esto.
Actualmente todos estamos inmersos en un estresor universal, el COVID, que como tal esta afectando las rutinas y la vida de todos nosotros. No todos estamos manejando la situación de forma optima y razonable, y esta suponiendo un precipitante de problemas psicológicos en la población.
El trabajo de manejo de estrés y la dotación de recursos de afrontamiento se convierte hoy en día en primordial, como medida de prevención o para actuar precozmente ante los primeros síntomas.