“Si quieres evitar el dolor del duelo, el precio que tendrás que pagar es el de estar totalmente desvinculado de los demás y, por tanto, excluido de toda posibilidad de experimentar la felicidad” Erich From
Los seres humanos nos enfrentamos a pérdidas desde bien pequeños, acordaos de cuando nos quitaron el chupete. Un objeto de plástico con un valor simbólico enorme en nuestra primera infancia. En este caso son nuestros padres los que nos acompañan en este momento de pérdida, de transición, de ser un bebé a ser un niño o niña.
Podemos definir el duelo como un proceso psicológico que experimentamos cuando nos enfrentamos a la pérdida de algo o alguien significativo para nosotros/as. Es importante destacar que no es necesariamente hacer frente a la muerte, también se incluye un divorcio, una ruptura sentimental, una pérdida de trabajo…
Dentro de este proceso hay que tener en cuenta diversos aspectos como que el duelo:
• Es un proceso único e intransferible influido por factores de personalidad (nuestra forma de ser), situacionales (circunstancias de la muerte) y relacionales (vinculación con la persona fallecida).
• Tiene una duración indeterminada, donde no podemos decir con exactitud cuánto durará el duelo de una persona, ya que hay que hacer referencia al factor anterior.
• Está condicionado por el entorno sociocultural, es decir, por las costumbres, creencias y rituales del entorno.
• La pérdida de un ser querido supone la fragmentación de nuestro YO e implica una transformación en la relación con esa persona.
• Es como si fuésemos un edificio que recibe un gran impacto (la muerte) y tiene que ser reconstruido, tomando conciencia de que ese edificio no volverá a ser el mismo de antes y donde al ser querido se le guarda un lugar especial.
En palabras de Ángel Mª Pascual Blanco, psicólogo formador del curso “La Intervención en Duelo” al que ha acudido nuestra compañera Adriana Daza, el objetivo de un acompañamiento en un proceso de duelo es que la persona que sufre el dolor de la pérdida pueda narrar y dar sentido a su vivencia.
Para ello, nosotras las psicoterapeutas, nos basamos en un modelo de relación donde la confianza, la seguridad, la empatía, la validación y el reconocimiento son nuestros pilares fundamentales.