Cuando una persona llama a la consulta o escribe un email solicitando la ayuda de un profesional del equipo está dando un paso para su bienestar.
Sabemos que reconocer que se está mal, tan mal como para solicitar el servicio de un “loquero” (hay personas que nos siguen viendo de este modo) supone un largo proceso de reflexión, que suele fluctuar entre “hoy llamo seguro, esto no puede seguir así” y “realmente tampoco es para tanto, seguro que hay personas que están peor…”.
Para acudir a psicoterapia no hay un día perfecto, al igual que para comenzar a hacer ejercicio físico. Uno comienza una terapia cuando considera que ya es el momento de dejar de sufrir de forma innecesaria, cuando el problema interfiere en la vida cotidiana, cuando la situación ha pasado ciertos límites, cuando se lo aconseja otra persona que realizó su propio proceso psicoterapéutico de forma exitosa, tras leer un libro de autoayuda, etc. Los objetivos de cada persona que acude a nuestro servicio son diversos, pero en general podemos decir que se trabaja a favor de:
– Reducir el sufrimiento innecesario
– Favorecer una mayor comprensión de uno mismo y del entorno
– Aprender a manejar de forma adecuada las emociones
– Aumentar la confianza en uno mismo
– Favorecer la toma de decisiones sanas y adaptativas
– Promover el crecimiento personal
Es importante destacar que el profesional de la psicología acompaña en el camino, pero no camina por ti. Esto quiere decir que el psicólogo/a no sabe a ciencia cierta qué es lo normal ni lo que es correcto para el usuario/a y tampoco sabe qué opción debe elegir, ya que el proceso de cambio es único para cada persona. En resumen, la psicoterapia es un viaje hacia el interior de uno mismo que te brinda la oportunidad de observar y analizar lo que estás experimentando en tu vida.