Hay parejas que tienden a discutir por todo, aunque no haya un motivo aparente o una razón de peso de por medio, y al final, termina siendo uno de los motivos más frecuentes del desgaste y/o ruptura de una relación. Pero al contrario de lo que pensamos, discutir no es malo, siempre que el objetivo sea expresar opiniones, llegar a un acuerdo o tomar decisiones importantes, y por supuesto, que no se vuelvan continuas y pesadas.
La base para que una relación vaya bien es tener una buena comunicación, y que dicha base sirva para opinar sobre diversos temas, conocer diferentes puntos de vista y/o las inquietudes del otro, entre otras cosas. Pero siempre hay un límite, esa línea tan fina que separa la discusión de la pelea o el ataque “gratuito”, y hay gente que no sabe diferenciarlo.
Según José Bustamante Bellmunt, psicólogo, sexólogo y especialista en terapias de pareja, la discusión cuestiona la opinión o la acción, la pelea cuestiona la persona. “Discutir es discrepar ante una idea o un hecho concreto o ante una acción, pelearse es dejar la discusión sobre las ideas para centrarla en la persona” remarca Bustamante en una entrevista en El Mundo. “La pelea se convierte en un intercambio de golpes verbales con el objetivo de ganar al otro aunque para ello sea necesario traer historias del pasado” explica el psicólogo.
Uno de los mayores expertos en terapia familiar y de pareja es el psicólogo John Gottman, hoy en dia profesor emérito de Psicología en la Universidad de Washington (EEUU). En una de sus muchas investigaciones, observó y analizó el comportamiento de más 3.000 parejas. De este largo trabajo, destacó cuatro elementos que son particularmente nocivos en una relación, y en particular en una discusión de pareja: una actitud defensiva, bloquear, criticar y especialmente, despreciar al otro, porque despreciar a alguien significa considerarle inferior a ti, y esto en una pareja, nunca debe existir.
Pero… ¿Por qué se discute realmente?
Son muchas las razones que se podían contabilizar pero en opinión de Arantxa Coca, psicóloga especialista en terapia familiar y de pareja y autora del libro Así eres, así amas, existen dos motivos principales por los que una pareja no para de discutir. El primero es por tener muchas rencillas guardadas del pasado que no se dijeron en su momento y que ahora salen en forma de discusiones. O bien que en su momento sí se hablaron, pero aún no han logrado perdonarse y buscan cualquier excusa para discutir.
El segundo es que ambos tengan un carácter muy dominante y no paren de competir entre ellos, en plan yo sé más que tú'. "No se trata tanto de una cuestión de inseguridad personal (aunque en algún caso seguro que sí), como de tener un ego enorme que salta en cualquier situación para demostrar que lleva la razón", explica esta especialista.