Cuando nuestro organismo se enfrenta a una situación exterior o una sensación corporal, que por aprendizaje juzgamos como peligrosa, nuestro cerebro manda una señal (pensamiento catastrófico) al Sistema Nervioso Autónomo (S.N.A.) que inmediatamente se hiperacelera (respuesta fisiológica).
El S.N.A. tiene como una de sus misiones prioritarias preparar a nuestro organismo para afrontar situaciones potencialmente peligrosas o difíciles. En este sentido, es una función de supervivencia grabada genéticamente. Prepara a nuestro organismo para luchar o para huir, y los cambios que notamos en nuestro cuerpo tienen como fin cualificarnos para tal objetivo.
El S.N.A. está formado por dos subsistemas, el Sistema Nervioso Simpático (S.N.S) y el Sistema Nervios Parasimpático (S.N.P). Ambos son complementarios y antagonistas. El S.N.S activa el organismo y el S.N.P lo refrena. Por ello, una respuesta de ansiedad o pánico no puede durar demasiado tiempo (realmente pocos minutos) porque tan pronto como el S.N.S se acelera, el S.N.P lo refrena. Igualmente la magnitud de la respuesta de ansiedad no puede llegar nunca a un nivel en que pueda ser perniciosa para la persona. En ese sentido la ansiedad no es peligrosa, no puede pasarte nada malo por estar ansioso: eso sí, es muy desagradable.
En cuanto el cerebro envía su mensaje al S.N.A, éste activa el S.N.S dando una orden a las glándulas suprarrenales que inyectan adrenalina y noradrenalina en la sangre. Estas sustancias actúan de mensajeros químicos acelerando todo nuestro organismo. Por ello notamos tantas sensaciones distintas; no se activa por partes, sino todo a la vez. Pero recuerda que al mismo tiempo, el S.N.P hace su trabajo refrenando la activación, y aparecen también ciertas sustancias que neutralizan a la adrenalina y la noradrenalina, haciendo que el ataque no dure mucho. Algunas personas tienen la impresión de que sus ataques de pánico duran incluso varias horas. En realidad lo que sucede en estos casos es que se concatenan varios ataques. La persona cuando se siente mal realiza conductas de seguridad que momentáneamente le alivian el malestar, pero a continuación se inicia una nueva crisis y así se pueden combinar varias. Si la persona no escapara a de las sensaciones tendría un único ataque de pánico.
Una vez el sistema ha vuelto a la normalidad, podemos sentirnos muy cansados, o tener dolor de cabeza, o de espalda u otras sensaciones. Es normal, se debe a que nuestro organismo ha consumido mucha energía, hemos tensado la musculatura y pueden aparecer este tipo de sensaciones.
HIPERVENTILACIÓN
En muchas personas, aparece otro fenómeno fisiológico que complica las cosas, la hiperventilación.
Como parte de la respuesta fisiológica, el ritmo respiratorio se acelera involuntariamente para enviar oxígeno extra a todo el organismo, que, como recordemos, se dispone a correr o luchar. Y como esto no ocurre en un ataque de pánico, caemos en un estado de hiperventilación: hay mucho más oxígeno del que necesitamos y podemos usar, reduciéndose a su vez el nivel de dióxido de carbono. El resultado es que aumenta el nivel de alcalinidad de la sangre (ph) y desciende la presión arterial, apareciendo sensaciones tan desagradables como debilidad, palpitaciones, taquicardia, dolor en la región precordial, mareos, visión borrosa, sensación de irrealidad, sensación de falta de aire, ahogo, boca seca, dolor de estómago, rigidez y dolor muscular, temblores y calambres.
En algunos casos, la hiperventilación involuntaria se ve aumentada por otra voluntaria. Como uno de los efectos de la hiperventilación es notar, paradójicamente, ahogo (a pesar de que la hiperventilación es el estado opuesto), la persona intenta respirar más, o más profundamente, lo que empeora todavía más la situación.
CAMBIOS FÍSICOS DEL PÁNICO Y SU EXPLICACIÓN
Cuando la respiración es rápida y está alterada se produce una entrada excesiva de oxígeno en nuestro cuerpo y una eliminación, también excesiva de dióxido de carbono, dando lugar a una serie de cambios químicos, como el cambio del ph de la sangre, directamente responsables de las sensaciones corporales y mentales que experimentamos. Si se mantiene la pauta respiratoria anómala durante un tiempo, las sensaciones corporales pueden llegar a ser muy alarmantes.
SENSACIONES TEMIDAS |
INTERPRETACIÓN CATASTRÓFICA |
EXPLICACIÓN REAL |
Taquicardia |
Infarto |
El corazón bombea más fuerte y rápido para enviar sangre a las zonas vitales.
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Pérdida de sensibilidad, palidez, frío. |
Infarto, ataque cerebral, parálisis, tumor cerebral. |
La sangre se concentra en las vísceras, dejando las zonas periféricas con un riesgo menor.
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Ahogo, falta de aire.
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Ahogarse |
Aumento de O2 en la sangre (estado contrario al ahogo)
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Mareo, sensación de irrealidad. |
Desmayarse/desvanecerse |
Vasoconstricción: bajada de presión arterial producida por la hiperventilación.
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Dolor en pecho y/o brazo, pinchazos. |
Infarto |
Patrón anómalo de respiración (mantener los pulmones demasiado llenos), tensión muscular en la zona, posturas incorrectas prolongadas.
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Calor, sudor, sofoco. |
Enfermedad |
Aumento de temperatura corporal en las zonas vitales. El organismo pone en funcionamiento el sistema de enfriamiento.
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Boca seca, náuseas, sensaciones en el estómago. |
Enfermedad |
Descenso de la activación del sistema digestivo.
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Ver lucecitas, sensación de que la luz molesta, manchas en la visión. |
Volverse loco, ataque cerebral |
Las pupilas se engrandecen y dilatan para aumentar la visión periférica.
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Temblores, pinchazos, calambres. |
Enfermedad, infarto, locura. |
Tensión muscular excesiva y descenso del bicarbonato de la sangre y cambios en alcaloides.
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